Especialmente rico en vitaminas del grupo B, flavonoides como la quercetina o rutina, conocida por sus propiedades beneficiosas para la piel, el cabello y las uñas, y otros antioxidantes.
El trigo sarraceno es una buena fuente de varios aminoácidos, entre otros el triptófano, imprescindible para la síntesis de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad.
Contiene también D-chiro-inositol, una sustancia muy beneficiosa para mejorar la sensibilidad de las células a la insulina.
Es un pseudocereal, naturalmente libre de gluten, que se puede consumir en forma de grano cocido, tostado o en harinas para panes, bizcochos o galletas.
Aunque ha empezado a ponerse de moda recientemente, el trigo sarraceno está presente en Europa desde hace más de 7.000 años.
De hecho, tradicionalmente se ha utilizado en platos como las farinetas (gachas) de Cataluña, galettes (crepes de sarraceno) en Bretaña, o un tipo de fideos (soba) en Japón.
El proceso de germinación al que está sometido nuestro trigo sarraceno aumenta la biodisponibilidad, cantidad realmente absorbida, metabolizada y utilizada por el organismo de las vitaminas y nutrientes.
Además, el proceso de germinación aumenta la acción antioxidante.
